La Mezquita Aljama de Córdoba. El Origen
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La Mezquita Aljama de Córdoba. Ampliación Califal
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Primera ampliación

En el año 788 muere Abd al-Rahman I, dejando su gran obra, la Mezquita Aljama, sin terminar. Sería su hijo Hisham I quien construyó una gran sala de abluciones en el lateral este, de 16m de ancho por 20m de largo  y levanta el primer alminar de la mezquita. Este alminar no se encontraba adosado al muro norte, si no que se construyó exento, en el interior del patio. Con la mezquita completamente acabada, la ciudad de Qurtuba se adentró en el malikismo (la escuela coránica más ortodoxa y radical de las cuatro existentes), introducida por Hisham I también.

Terminado el templo, sólo quedaba seguir enriqueciendo la ciudad y realizar pequeñas obras de mantenimiento. Esto sucede durante el mandato de los emires Hisham I y Al-Hakam I. Después es nombrado sucesor Abd al-Rahman II, en el año 822,  y con él, Qurtuba va a enriquecerse. Ya no solo será la capital de Al-Andalus, sino que se convertirá en la capital de la cultura de occidente, donde la ciencia, la cultura, la música y la poesía alcanzarán los niveles de oriente. Para ello hizo traer a sabios, músicos y poetas como Ziryab, que renovaron el protocolo, la moda y la gastronomía de la corte. Todas estas mejoras, unidas a las que se hicieron en la industria y la agricultura, hicieron que la población de Qurtuba fuera creciendo, de forma que el rezo en la mezquita aljama se volvió incómodo debido a la falta de espacio. Será necesario realizar la primera de las ampliaciones que sufrirá el edificio.

Abd al-Rahman II encargó esta obra de ampliación a Nars y Masrur, dos de sus eunucos de confianza, bajo la supervisión del cadí de la ciudad. Las obras se iniciaron en el año 833 de nuestra era y consistieron en añadir ocho tramos más de profundidad al oratorio ya existente de Abd al-Rahman I, para ello se tuvo que derribar el muro de la al-qibla y prolongar las once naves siguiendo la dirección ya marcada. Para no romper con la estética original se continuó con el mismo sistema de separación por columnas de acarreo (esta vez sin basas), sobre las que se alzan los característicos dobles arcos en superposición, de herradura abajo y de medio punto arriba, soportando el peso de la estructura del techo. Los arcos continúan con el dovelaje alterno de piedra arenisca y grupos de ladrillos, que aportan la bicromía tan característica de nuestro monumento. Sólo hubo pequeñas modificaciones con respecto al oratorio primitivo, aquí se introdujeron once capiteles de nueva factura que se colocaron justamente delante de la línea de la al-qibla, dos columnas acanaladas que se ubicaron delante del mirhab y, el mismo  mirhab que se realizó de manera que sobresalía de la línea del muro al exterior, esto es, como si fuera una pequeña habitación (el de Abd al-Rahman I era un simple nicho encastrado en el muro).

Obviamente, con la ampliación de la sala de oración se vio necesario ampliar también el número de puertas para el  acceso al interior. De este momento es la puerta del lado occidental que hoy conocemos como puerta de San Miguel, y en el lado oriental hubo otra de la que no se conserva nada ya que fue primero tapada con la ampliación de Almanzor y después destruida con la construcción del crucero catedralicio (aunque algunas excavaciones arqueológicas realizadas bajo la zona del altar mayor han ofrecido algo de información sobre la existencia  de esta puerta). Pero Abd al-Rahman II además de realizar la ampliación de la sala de oración de la Aljama, también realizó reformas en la parte primitiva de Abd al-Rahman I. Estas reformas se centraron en las zonas reservadas para las mujeres, que originalmente estaban en las naves extremas, separadas por algún tipo de celosías. Abd al-Rahman II elimina esa separación interna y construye  unas galerías que rodean al patio, que serán usadas por las mujeres a partir de ese momento (mediados del siglo IX), de manera que todo el interior de la sala de oración pasa a ser de uso exclusivo por la comunidad masculina.

Abd al-Rahman II muere en el año 852, y también deja sin terminar todas las reformas planeadas para la mezquita, serán los siguientes emires los que poco a poco la vayan concluyendo. A Muhammad I se debe la realización de la maqsura, recinto reservado para el emir y su familia junto al Imán, delante del mirhab, al igual que la terminación de la Puerta de los Visires o puerta de San Sebastián (a día de hoy es la que conserva las inscripciones más antiguas y originales de todo el monumento). Al siguiente emir, Al-Mundir, se debe la Bayt al-Mal, una cámara junto al mirhab destinada al tesoro de la mezquita. Y por último, el emir Abd Allah ordena construir un sabat que unió el Alcazar andalusí con la mezquita para poder acceder a la misma sin pisar la calle. Este sabat era un pasadizo tipo puente cubierto, con algunas ventanas,  que atravesaba la calle sin entorpecer el tránsito por la misma, ya que se elevaba sobre el nivel del suelo (transeúntes y mercancías podían circular por debajo), así el emir y su familia no corrían peligro al acceder a la aljama, aunque algunas crónicas comentan que a Abd Allah le gustaba sentarse en su interior y escuchar las conversaciones de las gentes que por allí pasaban. Este sabat daba acceso a la mezquita a través de la puerta de San Miguel.

Después del emirato de Abd Allah toma el relevo su nieto, Abd al-Rahmán III, quien inicia una serie de reformas políticas bastante importantes, así como reformas urbanísticas en la ciudad. De ellas hablaremos en siguientes entradas.

Visita guiada Mezquita-Catedral de Córdoba