En la entrada anterior sobre la 1ª ampliación de la Mezquita Aljama de Córdoba, concluíamos hablando de Abd al-Rahman III. Realmente él fue el gran impulsor y renovador del gobierno omeya en Al-Andalus. Toma el poder de manos de su abuelo Abd Allah en el año 912, y continúa con el gobierno emiral hasta que en el año 929 decide dar un gran golpe de efecto político y se autoproclama Califa. Además de todos los cambios políticos y administrativos que esta nueva proclamación trajo consigo, hubo una serie de reformas urbanísticas en la ciudad de Córdoba que también afectaron a la gran Mezquita.
Se inició la construcción de la ciudad califal de Madinat al-Zahra (Medina Azahara), que fue la sede del nuevo gobierno y de la que hablaremos en otra entrada. Construyó una nueva Ceca (casa de la moneda), pavimentó calles y caminos, reformó el mercado y la casa de correos.
En la Mezquita mayor no llegó a realizar una ampliación de su sala de oración, pero si amplió el patio hacia el norte, ofreciendo una proporción más adecuada al tamaño de la sala de oración y construyó un nuevo alminar (año 952), eliminando el primitivo de Hixam I. Este nuevo alminar fue el más grande de todo el territorio islámico de occidente, con 47m de altura y llegó a ser inspiración para otros posteriores como el de Sevilla (parte de la actual Giralda).
Las obras que realizó Abd al-Rahmán III en la Aljama cordobesa no se acabaron ahí, sino que terminó reforzando la fachada norte del oratorio, la que da al patio. Debido a la ampliación de la sala de oración realizada por Abd al-Rahman II, las arcadas interiores se estaban viendo afectadas por los distintos empujes y fuerzas de las mismas, ya que en la fachada sur si se realizaron grandes contrafuertes pero en la norte no. El primer califa cordobés refuerza dicha fachada colocando otra idéntica delante de la fundacional, a modo de muro de contención, contrarrestando las fuerzas interiores y evitando así el desplome de los arcos. La obra fue concluida en el año 958, tal y como indica la placa inaugural que se conserva junto a la Puerta de las Palmas.
Tras el largo gobierno de Abd al-Rahmán III, será su hijo Al-Hakam II quien tome el relevo en el año 961. Este segundo califa traerá el momento de máximo esplendor del califato omeya de Al-Andalus, la riqueza y la suntuosidad se manifestaba por todos los rincones y la población sufre un nuevo aumento, volviendo a quedarse la mezquita aljama pequeña para la oración del viernes (salat al-yumu´ah), viéndose necesario realizar una nueva ampliación que seguirá la dirección marcada por Abd al-Rahmán I, hacia el sur, aunque Al-Hakam II quiso realizar una corrección en dicha orientación y orientar esta ampliación de forma astrológica hacia la Meca, pero esta idea fue eliminada por los alfaquíes.
Al- Hakam II va a realizar pequeños cambios que nos ayudan a identificar este momento de lujo y esplendor. Algunos de esos cambios los contemplamos en las mismas columnas que se utilizan en esta nueva zona, aquí ya no se seguirá aprovechando material de acarreo sino que se utilizarán materiales nuevos como los fustes jaspeados rosados que serán coronados por capiteles compuestos y los fustes de mármol gris azulado que llevarán capiteles corintios, ambos se colocarán de manera alterna, creando esa bella imagen de un bosque de columnas bicolor.
Con la incorporación de estos nuevos doce tramos de profundidad, se llegó a un pequeño problema: la falta de luz natural, y ante este pequeño problema, una gran solución, la colocación de varios lucernarios que introducen luz cenital. Al-Hakam II idea la colocación de cuatro cúpulas (aunque hay alguna hipótesis que habla de seis), una a los pies de su ampliación y las otras tres en la macsura, iluminando el vestíbulo del mirhab. La cúpula que se abre en los pies de la ampliación está apoyada en una estructura maravillosa, ya que estos muros se vuelven livianos, ligeros, al ser el resultado del cruce de distintos tipos de arcos que además se decoran con atauriques. Este lugar fue usado por los cristianos como primer altar mayor y hoy lo conocemos como Capilla de Villaviciosa.
Las otras tres cúpulas construidas en este momento las encontramos en el espacio de la macsura (espacio reservado para el califa y el imán delante del mirhab). Este recinto se realiza usando el mismo tipo de pantalla de arcos polilobulados entrecruzados decorados con atauriques y se compartimenta en tres zonas, correspondientes a las tres puertas que presiden este lugar. La cúpula central es la que tiene mayor elaboración y complejidad en su estructura, así como una decoración más exquisita basada en el uso de los mosaicos bizantinos. Las dos cúpulas laterales presentan una planta idéntica, más sencilla que la central y con decoración pictórica (hoy casi desaparecida).
Con respecto al muro de la al-qibla, en la zona central, nos encontramos el mirhab, lugar más sagrado que marca la orientación a seguir durante el rezo y por lo tanto la decoración más rica. El arco de ingreso al mismo posee una decoración basada en mosaicos de origen bizantino en los que se reproducen formas vegetales, (que se extienden por las dovelas del arco así como en los arquillos ciegos que coronan esta parte de la fachada), y formas epigráficas que reproducen suras coránicas, además de otras placas de atauriques que se extienden por el zócalo y otras zonas. El mirhab de nuestra mezquita se realiza como una pequeña habitación de planta octogonal, decorada con zócalos lisos de mármol y arquillos ciegos trilobulados, y se cubre con una bellísima venera de yeso, originalmente decorada en oro, azul y otros colores, hoy desaparecidos.
A los laterales del mirhab encontramos otras dos portadas, la que queda a nuestra izquierda, es una pequeña habitación, la Bayt al-mal, que guardaba la cámara del tesoro. La puerta que se abre a la derecha del mirhab es la Dar al-Sabat (puerta del pasillo) ya que realmente daba acceso a un corredor o pasillo insertado entre el doble muro de la al-qibla, compartimentado en cinco pequeñas cámaras cerradas y guardadas por soldados, que unía la mezquita con el Alcázar andalusí a través de un puente o pasillo cubierto sobre la calle (sabat) y que el califa usaba para llegar a la mezquita a rezar sin correr ningún peligro. Hoy sólo nos queda la huella de los dos grandes pilares que soportaban y alzaban este sabat en la calle, y que podemos reconocer gracias a unos listones dorados colocados en el suelo.
Con esta ampliación de época califal, la mezquita alcanza su punto máximo de esplendor y de sofisticación, no sólo por los nuevos y elaborados materiales como los mosaicos de origen bizantino, sino también por el amplio repertorio de inscripciones en las que se muestran varias de las más importantes suras coránicas, que hacen alusión a la Justicia, a la existencia de un solo Dios o incluso algunas que niegan la existencia de un Hijo de Dios (niegan la existencia de Jesús).
Por supuesto, ésta no es la última modificación que se realizará sobre la Aljama cordobesa en época islámica, en tiempos de Almanzor será de nuevo ampliada, aunque ésta ampliación de Al-Hakam II será insuperable en lujo y belleza.